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Está claro que cuando nuestros cuerpos e identidades no concuerdan con lo que la sociedad nos dicta, nos encontramos de frente con ambientes y espacios hostiles, donde la violencia se expresa en todas sus formas, causando al colectivo trans* consecuencias graves en nuestra salud física y mental.

Existen normas sociales, culturales, políticas, religiosas y médicas que nos invisibilizan, nos patologizan y nos discriminan por salirnos del código cis-sexista. Estas circunstancias se han visto encrudecidas en tiempos de confinamiento. Como todo el mundo hemos estado encerradxs en casa, pero también nos ha tocado encerrarnos en nosotrxs mismxs, con la negación de la propia identidad y dignidad humana que esto supone; hemos padecido la soledad y la discriminación y todo tipo de violencia sobre nuestras mentes y cuerpos. Al hilo de esto reflexionamos lo siguiente: El colectivo trans* merece tener referentes no estereotipados, para que las generaciones actuales y las generaciones que vendrán comprendan, de una vez por todas, que no están solxs, que todas sus identidades son valiosas.